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Artículos sobre nuestra historia

Creación del Obispado de Santa Cruz de la Sierra

by - julio 24, 2019





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CAUSAS PARA SU CREACIÓN

Cuando en 1560 se creaba la gobernación de Moxos la nueva circunscripción se presentaba como una promesa en la que estaba incluida la leyenda del fabuloso reino del Paitití o El Dorado. Andando los años, y a pesar que el huidizo reino no se materializaba, seguía en pie la promesa y los cruceños y las autoridades coloniales charquinas seguían creyendo en ella: el Paitití está al alcance de la mano. En la medida en que se incentivan las expediciones de descubrimiento hacia el norte [en 1599 el rey concedió al gobernador cruceño Juan de Mendoza “la comisión de descubrir y poblar el fabuloso Paitití o Moxos” (1)] se ampliaba la extensión de la gobernación y  se incorporaban nuevas etnias a la empresa evangelizadora. Estas dos razones –la promesa del Paitití y, en función de esa promesa, la extensión del territorio de la gobernación—fueron los motivos para que se solicitara la división del obispado de La Plata para mejor atender las necesidades de evangelización. Uno de los graves problemas con el que tropezaba esta propuesta era el económico; sin embargo, en la medida en que se fue avanzando hacia el siglo XVII parecía resolverse, pues aumentaban las rentas episcopales: así, mientras en 1570 éstas sólo alcanzaban a 6.000 pesos por año, en 1603 ”el obispado tenía unos ingresos anuales de 40.000 ducados” (2).

El año 1604, mediante bula del Papa Paulo V, se creaban los obispados de La Paz y Santa Cruz de la Sierra. Después de investigar en archivos europeos, Humberto Vázquez Machicado afirma que no se ha encontrado la bula ereccional. “El P. Morelli –dice—al respecto afirma lo siguiente: ‘Ordinario CCIX, anno 1605, 5 juli. Eclesia Santa Cruz de la Sierra alis de la Barranca, fit Episcopalis, a diocesis Platensi divisa...’ A este autor sigue al pie de la letra el P. Hernáez. Gil González Dávila en su Serie cronológica de los obispos de América da una fecha anterior y el P. Pastells afirma que el fiat para la erección del obispado de la provincia de Santa Cruz en el pueblo de la Barranca fue dado por Paulo V en el Breve Super specula ecclesia en Santa María la Mayor en 18 de julio de 1609, primero de su pontificado. El dato de Pastells está completamente errado –sigue Vázquez Machicado--, pese a la erudición y competencia de su autor. Camilo Borghese fue electo Papa el 16 de mayo de 1605 y tomó el nombre de Paulo V, y por tanto en 1609 no podía ser el primer año de su pontificado. La bula o breve que indica el jesuita Pastells no ha sido hallado no obstante las prolijas búsquedas hechas; lo que se ha encontrado es el acta del Consistorio Secreto en el que se erige el obispado de la Barranca y la fecha es 4 de julio de 1605” (3).

Para establecer los límites del nuevo obispado se comisionó a Alonso Maldonado de Torres, Presidente de la Audiencia, y se le asignó el siguiente territorio: “La gobernación de Santa Cruz de la Sierra con lo que le pertenece y se conquistare, en que hay al presente [1609] los curatos siguientes: 1) el curato y vicaría de San Lorenzo de la Barranca; 2) el curato y vicaría de Santa Cruz de la Sierra; 3) el curato y vicaría de San Francisco de Alfaro; 4) el corregimiento y vicaría de la Villa de Salinas, Río Pisuerga y valle de Mizque y en las doctrinas siguientes: 1) la doctrina y vicaría de la dicha villa [Salinas] de clérigos; 2) la doctrina y curato del pueblo de Mizque que sirven frailes franciscanos; 3) la doctrina y curato del valle de Aiquile, que sirven clérigos; 4) la doctrina y pueblo de Totora, de clérigos; 5) la doctrina y pueblo de Pocona, que sirven frailes franciscanos; el valle de Clisa, que es de la vicaría y corregimiento de Cochabamba, en que hay dos curatos de clérigos con solas las chácaras y anexos de los dichos dos curatos, porque los demás de la dicha vicaría quedan al obispo de la ciudad de La Plata, como se refiere su aplicación que los curatos y doctrinas que se aplican  al obispado de San Lorenzo de la Barranca son once, los nueve de clérigos y los dos de frailes” (4). 

El territorio no se limitó a la tierra de la gobernación, pues el monto de sus diezmos era muy reducido, “con un promedio de unos 1.800 pesos corrientes entre 1601 y 1607” (5), por lo que el Presidente de la Audiencia, para asegurar la sobrevivencia del nuevo obispado, le adjudicó el corregimiento de Mizque y el partido de Clisa, que pertenecían a Cochabamba. Esta incorporación encaró problemas desde el principio, pues el obispado de La Plata vio con malos ojos esta adjudicación, pues significaba una pérdida importante de ingresos económicos. Los detractores argumentaban que esta incorporación ha sido nociva desde el inicio, pues el  primer obispo no llegó a su sede, sino que se quedó en Mizque, población más cercana a La Plata y con mejor economía. Para corregir este hecho se hacia necesario, decían, que las tierras adjudicadas sean restituidas al obispado de La Plata y que de esta forma se obligaba al obispo a residir en su sede. Llegó a tal punto esta corriente que se hizo correr el rumor que el problema había llegado a tal punto que las autoridades estaban  por tomar la decisión de extinguir el obispado cruceño. “El arzobispo –dice García Recio—desaconsejaba esta medida como perjudicial para la atención espiritual de los cruceños. Sin embargo, viendo patentes las dificultades de que el prelado residiese en la sede del obispado, solicitaba también se redujera su jurisdicción a la gobernación, ofreciéndose en cambio a proporcionar al obispo y prebendados de Santa Cruz los ingresos que perdieran al ver mermada su jurisdicción, y por tanto el monto de los diezmos. Apunta, además, el arzobispo un nuevo problema jurisdiccional derivado de la división del obispado, pues siendo Mizque lugar de aprovisionamiento para La Plata, muchos de los vecinos de esta ciudad tenían propiedades en el distrito de aquel corregimiento y obispado, con lo que decían estar sujetos a la jurisdicción de una u otra diócesis según su conveniencia” (6). En 1612, a siete años de la erección, el arzobispo de La Plata habla en una carta de la intención que existe de reintegrar el territorio cruceño al arzobispado de La Plata (7).

Así, pues nacía con dificultades el obispado de Santa Cruz de la Sierra, que abarcaba un inmenso territorio desarticulado por la falta de caminos y con indios de guerra, y con un total de 11 curatos y doctrinas –la mayor parte con muy escasos recursos económicos—en los que trabajaban nueve clérigos y dos frailes, mientras el obispado de La Plata contaba con 135 curatos y doctrinas y el de La Paz con 80.


SITUACIÓN EN 1616

Un informe episcopal de 1619 (8) nos permite tener un panorama general del obispado 14 años después de su erección.


Algunas cifras

En el obispado trabajaban 23 clérigos, de los cuales 12 eran del clero secular (“prebendados y curas clérigos”) y 11 del regular (“frailes doctrinantes”); cuenta con dos hospitales y dos conventos.

En cuanto a la población se manejan las siguientes cifras:
         * 600 “españoles y mestizos vecinos, encomenderos, chacareros y mercaderes”
         * 80 “mulatos y zambahigos”
         * 250 “esclavos negros”
Sin embargo, el mismo documento más adelante dice: “de modo que hay confusión entre hombres y mujeres españoles 1.800, y en los pueblos de indios 8.500, y de yanaconas 2.600, y de mulatos y zambahigos 150 y de negros esclavos 250”.

Nómina de clérigos

Los clérigos estaban distribuidos de la siguiente forma:
     *San Lorenzo el Real: el bachiller Miguel de Corella (“acusado de embriaguez) y el arcediano Alonso Ramos.
     *Santa Cruz la Nueva de Cotoca: Fernando Botelho, “clérigo portugués”
      *San Francisco de Alfaro: Gonzalo de Solís, “natural de aquella tierra, hijo y nieto de conquistadores”.
     *Mizque: Juan Cano de Paredes, “75 años, extremeño”; Francisco Sánchez de Lara, “hombre de casi la misma edad que por sordo le he prohibido administrar los santos sacramentos”
     * Aiquile: Juan Torrico de Lezana, “criollo de esta tierra”
     * Tintín: Francisco de Heredia, “del Paraguay”
     * Totora: Francisco de Mondragón, “criollo de esta tierra”
     * Yungas: Pedro González Pichón, “extremeño”
     * Toco: Juan González Portillo, “criollo del mismo valle”
     * “El bachiller Nicolás de Santa Cruz, mi provisor, es hombre de 55 años, tiene el beneficio de Punata que le vale más de 3.000 pesos, lo encontré gobernando mientras yo entraba y no quiso prebenda en San Lorenzo”.

San Lorenzo el Real

La sede del obispado cuenta con “32 vecinos y todos los indios de sus encomiendas los tienen ocupados en sus ingenios de azúcar serán más de 1.500 indios”. El aislamiento de esta ciudad –“distante 75 leguas de esta villa de Mizque”—se complica por el camino “áspero y despoblado”, lleno de enemigos salteadores... en el cual no se puede caminar si no es con grandes escoltas para guarda de las recuas que salen cargadas de azúcar dos veces al año”.

La iglesia catedral cuenta con un deán y un arcediano; “tiene de renta cada uno más de 1.000 pesos ensayados y sirven asimismo el curato conforme a la división”. Esta iglesia cuenta con tres cofradías, la del Santísimo Sacramento, la de las Animas y la de Nuestra Señora de la Concepción, que “se sustentan de limosnas y no tienen renta ninguna”.

La ciudad cuenta con un hospital, bajo la advocación de San Andrés, que cuenta con una renta de 470 pesos ensayados. Es pequeño, pues sólo puede albergar de cuatro a cinco enfermos, y está bajo la responsabilidad de un “hombre de caridad”, al que “este año se le compraron tres esclavos, dos negros y una negra, porque los gobernadores no le han querido adjudicar para su servicio, cosa que pide remedio”.

Santa Cruz la Nueva de Cotoca

Situada a cinco leguas de San Lorenzo, cuenta con “24 casas, 450 indios tributarios con sus familias ocupados en las chácaras de los españoles y en el ministerio de los ingenios de azúcar”. Tiene iglesia y cura señalado, pero “no tiene sustento alguno porque sus novenos se adjudicaron en la división de las prebendas y cuando los tuviera montan 70 pesos ensayados por año, a cuya causa no halla clérigo que la quiera servir”.

San Francisco de Alfaro

Aproximadamente de las mismas dimensiones que la Nueva de Cotoca, pues cuenta con 20 casas, “algunos yanaconas que se ocupan de sembrar para sustento de los españoles”. Tiene iglesia parroquial y cura “a quien se le han señalado 300 pesos ensayados de sínodo con que se sustenta y asiste de ordinario un padre y un hermano de la Compañía”.

Mizque

Esta villa tenía una vecindad de 50 casas y contaba con “14 haciendas de consideración con 150 yanaconas de servicio y algunos esclavos. Cuenta con los siguientes elementos:
     
* una iglesia parroquial que atienden dos curas y un sacristán “que se sustentan con 500 pesos ensayados”;
     * las siguientes cofradías: Nuestra Señora de Guadalupe y San Pedro de los indios y con la misa de Animas y del Santísimo Sacramento;
     * un hospital, el de Santa Bárbara, pero no funciona por no contar con los medios económicos necesarios;
     * un monasterio franciscano “que tiene buena iglesia y casa”; es asistido por “cuatro o cinco frailes sacerdotes y dos legos”. Cuenta con las cofradías del Santísimo Sacramento, la Concepción de Nuestra Señora, la Soledad, la Veracruz de españoles y la del Señor San Francisco de indios”;
     * el monasterio de Santo Domingo que no cuenta con iglesia y que en ese momento se está construyendo la casa. Cuenta con tres religiosos y un lego y tiene las cofradías del Rosario, del Niño Jesús, “así de españoles como de indios y negros”;
     * con un monasterio de agustinos descalzos con tres sacerdotes y dos legos.


Yungas

En esta doctrina “distante 17 leguas” de Mizque, sirve un clérigo que tiene un sínodo de 550 pesos ensayados. No tiene cofradías.

Totora

Esta doctrina, que cuenta con dos parroquias “en distancia de tres leguas”, es atendido por un clérigo que tiene un sínodo de 600 pesos.

Aiquile

Esta doctrina tiene un distrito “de más de 30 leguas de caminos muy malos”, es atendida por un clérigo que cuenta con un sínodo de 400 pesos.

Pocona

Esta doctrina, con aproximadamente 350 indios, está a cargo de los franciscanos.

Clisa

La parroquia tiene 270 yanaconas con sus familias y 40 españoles y mestizos. Es atendida por un clérigo y aunque no cuenta con una iglesia, tiene las cofradías del Niño Jesús, de las Animas y de San Juan Bautista.

Toco

Esta doctrina es un desprendimiento de la de Punata. Cuenta con dos capillas y 160 yanaconas.


LUCHANDO POR LA SOBREVIVENCIA

El obispado de Santa Cruz de la Sierra nació signado por muchas contradicciones, una buena parte de las cuales lo acompañaran casi permanentemente. Tres son las más importantes y las que generan mayores problemas: la cuestión de la sede del obispado, la carencia de medios económicos adecuados y la escasez de clero.

La sede del obispado

Se planteó como problema desde el primer momento y su solución demorará más de un siglo. Los obispos se negaron sistemáticamente residir en Santa Cruz de la Sierra y prefirieron hacerlo en la villa de Mizque, ciudad con mejor comunicación con el resto de la Audiencia, con mejores ingresos económicos y sobre todo con mejor clima. Refiriéndose a este tema  el arzobispo de La Plata, en carta al rey fechada en 1614, dice que era necesario que el obispo radicara en su sede porque el obispado está descuidado y, por otra parte, el deán que hay en ese momento a cargo de la catedral “es indigno del sacerdocio que tiene” (9). Es más, como ya se ha visto, este hecho es manipulado para que “en algún momento se pensaba extinguirle e incorporarlo a este arzobispado” (10).

El abandono de la sede episcopal es cada vez más notorio. En 1643 un vecino de la ciudad dice que “había 23 años que el obispo no viene” (11). Este abandono se patentiza en el estado de ruina del templo catedralicio, al que se refiere un documento de 1650: “no tiene ni puede tener estado firma porque cada año es necesario repararlo, que los muchos y continuos aguaceros y humedad de la tierra maltratan las tejas con que está cubierta, que son de palma, y derriba las paredes que son tapias y de tierra arenisa (sic)” (12), y en la escasez de dignidades, pues “no hay ni ha habido desde su erección prebendado ninguno, sólo ha habido y hay –dice un documento de 1650—dos dignidades, la de Deán y Arcediano” (13). El templo catedralicio, de acuerdo a una descripción de 1654 (14), es de una sola nave; tiene tres altares: en el mayor está el sagrario y las imágenes de un Santo Cristo y de San Lorenzo, en el lateral derecho hay un Santo Cristo y “es altar de ánimas”, y en el otro la imagen de la Virgen del Rosario.

Carencia de medios económicos

La gobernación de Santa Cruz de la Sierra es muy pobre, lo que pone en continuo peligro la existencia del obispado. Esta pobreza se ve reflejada en lo mucho y en lo poco. Así, por ejemplo, en 1619 los jesuitas residentes en la capital cruceña  piden ayuda económica para la obtención de vino y aceite para el culto (15). Esto viene a confirmar lo que en un documento de 1645 decía un arcediano refiriéndose a la gobernación: “es la tierra más mísera de todas las Indias y tanto que no corre la moneda” (16). Y para este mismo año se dice que en esta ciudad “no hay pan, ni vino, ni ropas, ni médico, ni medicinas y por no correr moneda no hay oficial ninguno de las necesidades a las repúblicas; sólo tuve noticia de que existía un herrero; lo que se coge en aquella ciudad es azúcar y miel, arroz, maíz, algodón, y todo en muy poca cantidad por la falta grande que hay de indios que hoy no llegan a 200 los que pueden trabajar en las haciendas, ingenios y trapiches” (17). Esta descripción contrasta con la que el mismo documento hace de Mizque, “que tiene clima templado, proveída de todo lo necesario para la vida humana; cógese en ella pan y vino y maíz, frutas y legumbres; que en todas partes que tocan en sierra y puna se cría mucho ganado mayor y menor y no falta en ella aves” (18).

Escasez de clero

Un informe de 1654 establece que en el obispado hay un total de 10.114 personas, de acuerdo al siguiente detalle:

                    españoles      2.717
                    indios            6.131
                    mulatos            427
                    negros              839

y trabajan en la diócesis 25 clérigos y 30 religiosos, siendo el obispo Fray Juan de Arguinao. En la sede del obispado había un convento de mercedarios y un colegio de la Compañía de Jesús, mientras que en Mizque “hay un convento de la orden de predicadores, otra de la orden del Señor San Francisco, otro de la orden de San Agustín y el hospital de Santa Bárbara que también es convento de religiosos de San Juan de Dios”. Las doctrinas son 11: Vallegrande, Chilón, Omereque, Aiquile, Totora, Tintín, San Sebastián, Pocona, Yungas, Punata y Tarata. “De estas 11 las nueve son de clérigos y las dos, que son Pocona y San Sebastián, son de religiosos de la orden de San Francisco” (19).

Si se compara el número de clérigos en 1619 y el de 1654 pareciera que el aumento ha sido razonable, sin embargo, un documento de 1641 habla de la falta de clero (20). Pareciera que era práctica común que se hicieran nombramientos y que no se ocuparan los cargos respectivos. Así, por ejemplo, un documento de 1650 (21) dice que “D. Daniel Carrillo, chantre de la iglesia de Tucumán, fue promovido a este arcedianato [Santa Cruz de la Sierra] y aunque se le despachó la presentación en 22 de diciembre del 48 y se le remitió, no se tiene noticia si fue a servirlo o no”. Incluso otro documento contemporáneo (1641) dice que se cobran sueldos “sin residir en Santa Cruz” (22).

El aislamiento y la falta de caminos así como la ausencia del obispo en su sede causó un relajamiento en las costumbres. Así, por ejemplo, entre 1640 y 1644 se hizo un juicio al deán y al arcediano por faltar a su deber y por amancebamiento (23).


EPÍLOGO

El problema de la sede del obispado subsistió hasta mediados del siglo XVIII. El primer obispo en residir en Santa Cruz de la Sierra fue Francisco Ramón de Herboso (1761-1776), que, de acuerdo a Cosme Bueno, “era conocido por el celo con que se aplica al culto y a la reforma de los abusos introducidos, lo que va haciendo mudar el semblante de aquella iglesia” (24). El problema económico y la escasez de clero han acompañado al obispado hasta nuestros días.



NOTAS

(1) GARCÍA RECIO, José María: La creación del obispado de Santa Cruz de la Sierra. Escuela de Estudios Hispano Americanos. Sevilla, 1984. Pg. 5.
(2) Ibid. Pg. 4.
(3) VÁZQUEZ MACHICADO, Humberto: El obispado de la Barranca y las misiones jesuíticas en 1764. En: Santa Cruz de la Sierra. Apuntes para su historia (Siglos XVI al XX). Don Bosco. La Paz, 1992 . Pgs. 201-202.
(4) AGI Charcas, 140.
(5) GARCÍA RECIO, José María: Op.cit. Pgs. 15-16.
(6) Ibid. Pgs. 31-32.
(7) AGI, Charcas, 135.
(8) AGI, Charcas, 135.
(9) AGI, Charcas, 135.
(10) AGI Charcas, 135.
(11) AGI Charcas, 152.
(12) AGI Charcas, 139.
(13) AGI Charcas, 153.
(14) AGI Charcas, 135.
(15) AGI Charcas, 2
(16) AGI Charcas, 7.
(17) AGI Charcas, 135.
(18) AGI Charcas, 135.
(19) AGI Charcas, 135.
(20) AGI Charcas, 21.
(21) AGI Charcas, 153.
(22) AGI Charcas, 21
(23) AGI Charcas, 152.
(24) VAZQUEZ MACHICADO, Humberto: Op. Cit. Pg. 318.
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